El Domingo de Ramos, después de ver la Hermandad de la Estrella en el Puente de Tirana, mi madre y yo nos dirigimos hacia un cruce en el que debíamos esperar a mi padre que había ido a por el coche. Al ser un día tan señalado, en el cruce había un guardia dirigiendo el tráfico. A este guardia no se le veía con la suficiente experiencia como para manejar tanto tráfico y peatones, estuvo a punto de hacer colisionar a dos coches, y a algún peatón que otro los confundía con la mano.
Sin embargo hubo un gesto que me sorprendió mucho y es que pasaron dos hombres de rostro moreno, con un macuto de deporte, el guardia los paro y les pidió que abrieran el macuto, afortunadamente no había nada peligroso en él.
Aunque estos dos hombres se molestaron un poco debían de entender que era por la seguridad de todos los ciudadanos.